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dimecres, 2 de març del 2011

Y EMERY SACA LA INFANTERÍA

La salida de vestuarios trajo una novedad en el once del Valencia. Emery retrasó a Mata y quitó del campo a Joaquín para apostar por Soldado. Un delantero para retar a Guardiola. El Barça seguía acercándose a Guaita, pero de forma inocente como en el primer disparo de Villa. Fue poco antes de que el ‘9’ valencianista probara suerte por primera vez ante Pinto, enviando el balón fuera.

El Valencia fue creyendo que podía hacer daño al Barça. Era el minuto 9 y Mathieu, incorporado al ataque, envió un balón a Pablo que puso a prueba a Pinto en un disparo lejano que el portuense siempre suele resolver con solvencia. Cuatro minutos más tarde, el mismo Pablo recibió un pase largo y provocó el ¡huy! del respetable ya que el balón besó la base del poste izquierdo de la meta de Pinto. Peligro.

Tras una nueva ocasión de Messi a pase de Iniesta, Guardiola movió ficha. Pedro suplió a Mascherano y dio mando a Iniesta en el centro del campo. Mientras, Piqué achicaba como podía ante su compañero de selección Mata. Buen trabajo del central que debía ver recompensa más tarde.

Y esa recompensa llegó cuando ya se había superado la media hora. El bullicioso Adriano encontró a Messi, Leo conectó con su zurda y probó otra vez a Guaita. El meta llegó a tocar el balón, pero éste entró llorando en la portería che, como lo hará la Fallera Mayor en esas imagenes emotivas que se verán cuando arda la Falla de la Plaza del Ayuntamiento, dentro de pocos días.

Era un gol muy valioso porque ganar en Valencia era una traca de Liga, una traca que la hubiera firmado la mismísima Pirotecnia Caballer. Pero aún quedaba partido. El Valencia buscaba reaccionar como fuera, pero atacando a lo ‘Toshack’, es decir, como pollos sin cabeza. Al líder le tocaba estar a la expectativa.

Emery seguía buscando pólvora. Jonás e Isco, a la palestra. Mientras, Mestalla ovacionaba merecidamente a Andrés Iniesta, en recuerdo de la gloria surafricana, cuando el de Fuentealbilla dejó su puesto a Keita.

Pero la suerte estaba echada. El reloj corría a favor de un Barca que encontraba alguna aparición infructuosa de Villa en busca de un gol que no hubiera celebrado. Pero el Barca sí tenía motivos de celebración. Fue un golpe de mano a la Liga en uno de los escenarios más complicados, una plaza muy dura. Tres puntos más, un partido menos y el cohete de la Liga del Barca, cada vez volando más alto. Y es que en Valencia estos días ya huelen a pólvora... pero este Barça huele a Liga justo donde jugará la final de Copa.

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